Científicos advierten sobre signos de inminente extinción masiva
¿Tiene algo que ver el cambio climático al que asistimos, con cataclismos pasados y la extinción masiva de especies? Aquí te lo contamos.
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Un nuevo estudio muestra similitudes entre la crisis climática actual y los síntomas previos de la extinción masiva del Pérmico-Triásico, hace más de 250 millones de años, apodada “La Gran Muerte”. Según los investigadores, las señales están en rojo y podríamos estar dirigiéndonos hacia una extinción similar. Si bien aún estamos lejos de las concentraciones de gases de efecto invernadero que precedieron a este catastrófico evento, es necesario tomar medidas globales con urgencia.
La extinción del Pérmico-Triásico
La extinción masiva del Cretácico-Paleógeno, que hizo desaparecer los dinosaurios, es la extinción más famosa, pero la más grave de la historia es la extinción del Pérmico-Triásico, hace unos 252 millones de años, Este conocido cataclismo provocó la desaparición del 95% de las especies acuáticas y del 70% de los vertebrados terrestres.
El análisis de los registros fósiles de antes, durante y después de este evento, mostró que las algas y bacterias tóxicas transforman los hábitats de agua dulce en «zonas muertas» que asfixian a otras especies. Además, estas pueden retrasar la recuperación del ecosistema en cientos de miles de años.
Para que se desarrollen estas floraciones microbianas tóxicas, son necesarios tres elementos: un aumento de los gases de efecto invernadero, altas temperaturas y la entrada de nutrientes a las vías fluviales (por ejemplo, de la erosión del suelo por deforestación).
Al final del Pérmico, los dos primeros ingredientes fueron aportados por las erupciones volcánicas y, el tercero, por la desaparición de los bosques. Los investigadores mencionan que estos tres ingredientes existen actualmente en abundancia, lo cual podría reproducir este resultado desastroso.
La temperatura de crecimiento óptimo para las algas verdes y las cianobacterias tóxicas en el agua dulce es de 20 a 32°C, las que se estimaron en el aire en verano al comienzo del período posterior a la extinción, el Triásico. Este es el rango de las temperaturas que se han pronosticado para el año 2100 en latitudes medias.
Prioridades globales para “evitar lo peor”
Para los investigadores, la clave para evitar lo peor es preservar al máximo los bosques del planeta, pues capturan CO2 del aire y también limitan la cantidad de nutrientes de las vías fluviales. Esta debería ser una prioridad global para ayudar a minimizar los impactos a largo plazo.
Según Chris Mays, paleobiólogo del Museo de Historia Natural de Estocolmo y uno de los autores del estudio, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, el hombre es capaz de prevenir estas floraciones tóxicas manteniendo limpias las vías fluviales y reduciendo al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero.
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